jueves, 6 de octubre de 2011

Hay muchos peces en el río

Siento que hoy es el comienzo de algo nuevo. A esta hora se está cumpliendo un mes. Parece menos ó talvez más, no sé. Estar solo no es tan malo. En este tiempo aproveché para trabajarle a la Monografía de Proyecto de Grado, y ya está casi terminada. Así que no fue tan malo estar solo. Fue provechoso. Un poco...

Hoy me dediqué al artículo de la Monografía y lo terminé como a las 5 y 30 de la tarde. Es difícil hacer algunas cosas cuando estás pensando en otras, pero no hay más de otra. Aquí lo único que se puede hacer es echar para adelante.

El programa de tv que se convirtió en mi única compañía en el último mes no ha vuelto a aparecer. Igual lo espero. Ya arrancará.

Sé que tengo que hacer el duelo. Es como la tercera ó cuarta vez que lo hago; la verdad es que no recuerdo las otras veces, y si me apuro un poco diría que fue sencillo, excepto a la muerte de mi padre, dolor que no comparo con nada, ni con esto que me pasa ahora.

Esta noche estuve en la U pero no pasó nada. No hablé con nadie. Allí sólo hablan de paro y de cómo nos van a reubicar. La niña que me está moviendo el piso hace un par de días ni siquiera me miró. Igual es mejor así. Por ahora no creo que sea bueno saber de mujeres. A todas las tengo en el mismo lugar, en el estante de la mentira, del engaño, de la traición.

Es increible cómo puede cambiar todo de un día para otro. Cómo nos pueden bajar del cielo al infierno en un instante, y cómo lo que fue mágico se convierte en algo oscuro y sucio, que no vale nada. Pero igual, una vez escuché la frase de que todavía quedan muchos peces en el río y a eso me apego ahorita, mientras veo pasar los minutos en mi viejo reloj.

viernes, 30 de septiembre de 2011

No te conté historias tristes.

Te conté de mis aventuras
en el paraíso,
de las mil y una noche
que he vivido escribiendo
historias mudas.

Te conté el cuento
de mi última travesía hasta
tu casa,
para no hallarte sentada
esperando.

Te conté de los rincones
que a solas me dieron esperanzas
cuando mi casa estaba vacía.

Te conté miles de cosas.

Te conté mis sueños, mis andanzas,
mi obsesión por robarte
y llevarte lejos.

Pero se me olvidó contarte
historias tristes.

No te conté de los odios
que llevo por dentro,
de las voces que a veces me hieren,
de la tristeza que en las noches siento.

A tí no te conté la falta que me haces
cuando te ausentas,
del amor que por ti me desvela,
que tu rencor me sabe a hierba.

A tí no te conté historias tristes.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Nocturno

Quise encontrarte en esas calles tan solas
para no sentirme tan triste;
te esperé mil vidas en un parque;
llegué a mi casa llorando como un niño
y te imaginé regalando una sonrisa.

Me quedé sentado un rato
en el andén
de cualquier puerto lejano.

Cuando el frió inundó mi cuerpo
entré a mi cuarto soñoliento
y te soñé muy lejos.